martes, 17 de junio de 2025

VUELTA A LA EDAD MEDIA

 






La bandera tapa muchas cosas, pero nunca la falta de neuronas.




Nacionalismos europeos entre democracia y exclusión


En Europa, algunos movimientos nacionalistas parecen querer regresar a tiempos medievales, como si cada región fuera un pequeño reino: el País Vasco, Cataluña, Escocia, Flandes… Incluso en Alemania, el partido de ultraderecha AfD lleva a muchos a preguntarse si su objetivo es crear un nuevo imperio o fragmentar el país en estados separados como Baviera, Prusia o Sajonia. Más allá de las exageraciones, existe una tensión real entre quienes reclaman más autonomía para sus regiones y quienes buscan definir quién pertenece o no a la nación, a menudo con criterios que pueden excluir a otros.



Alemania – AfD y el nacionalismo völkisch

Claro, a continuación se presenta una versión revisada del texto, incorporando datos actualizados sobre los apoyos electorales y el sentir de los estados donde se ubican las regiones mencionadas:


El nacionalismo que impulsa Alternativa para Alemania (AfD) es de corte etnicista. Su visión de la nación alemana se basa en la sangre, la raza y la lengua, excluyendo a todo aquel que no encaje en ese molde. Su ideología bebe del pensamiento völkisch y de mitos sobre la decadencia nacional, recurriendo incluso a figuras como Fichte para justificar una “re-emigración” que recuerda peligrosamente al siglo XX.


En las elecciones federales de febrero de 2025, AfD obtuvo el 20,9% de los votos, consolidándose como la segunda fuerza política del país. Su apoyo es especialmente fuerte en el este de Alemania, donde se concentra su electorado principal: hombres jóvenes con formación básica y bajos ingresos . A pesar de su crecimiento, el partido enfrenta un aislamiento político debido a su ideología extremista, y los servicios de inteligencia alemanes lo han clasificado como una organización de extrema derecha .


A esto se suma una cierta nostalgia simbólica por el pasado fragmentado de Alemania antes de su unificación en 1871, cuando el territorio estaba compuesto por numerosos principados, ducados, estados y ciudades libres. Algunos de los más importantes eran el Reino de Baviera, el Reino de Prusia, el Reino de Sajonia, el Reino de Wurtemberg y el Reino de Hannover. La evocación de estas unidades refuerza la idea de una identidad “auténtica” que, según esta visión, habría sido diluida por la modernidad democrática y multicultural.


El caso vasco muestra dos caras:


  • PNV: apuesta institucional, moderada, centrada en el autogobierno. Nacionalismo cultural y legalista, compatible con la Constitución. En las elecciones al Parlamento Vasco de abril de 2024, el PNV obtuvo 27 escaños, empatando con EH Bildu, aunque ganó en número de votos por un estrecho margen .
  • EH Bildu: es la izquierda abertzale heredera de ETA. Mantiene una visión de mayor confrontación. Aunque ha abandonado la lucha armada, su discurso sigue siendo excluyente hacia quienes no comparten su proyecto nacional. En las mismas elecciones, EH Bildu también logró 27 escaños, consolidándose como una fuerza política de peso en la región.


Nacionalismo catalán, también dividido en dos grandes corrientes:


  • ERC: nacionalismo de izquierdas, inclusivo y social. Promueve la autodeterminación mediante métodos democráticos y diálogo, con respeto hacia los no independentistas. En las elecciones catalanas de mayo de 2024, ERC sufrió una caída significativa, perdiendo 13 escaños y quedando como tercera fuerza en el Parlament .
  • Junts per Catalunya: visión más identitaria y simbólica. Reivindica el referéndum de 2017 como punto de legitimidad, con menor voluntad de pacto y mayor confrontación institucional. En los mismos comicios, Junts obtuvo 35 escaños, superando a ERC y liderando el bloque independentista.

Ambos persiguen la independencia, pero con métodos y discursos muy distintos: desde el diálogo hasta la ruptura.


En Escocia el nacionalismo cívico


El SNP encarna un nacionalismo abierto, basado en el derecho a decidir, con una concepción plural de la identidad escocesa. Se fundamenta en valores democráticos, justicia social e inclusión, incluso hacia inmigrantes y minorías. Sin embargo, en las elecciones generales del Reino Unido de 2024, el SNP sufrió una debacle sin precedentes, obteniendo solo 9 escaños, frente a los 37 logrados por el Partido Laborista en Escocia .


Flandes proclama identidad lingüística y económica


El nacionalismo flamenco, aunque diverso, se centra en la lengua y la economía. No parte de criterios étnicos, sino institucionales. Busca mayor autonomía dentro del marco legal belga, sin discursos de exclusión radical. En las elecciones federales de 2024, los partidos nacionalistas flamencos, como la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) y Vlaams Belang, se impusieron en Flandes, reflejando un giro hacia la derecha en la política belga .



Baviera el clásico regionalismo conservador


La CSU representa un nacionalismo simbólico y conservador. Reivindica la identidad bávara sin romper con la estructura federal. Más folclore que fractura. En las elecciones estatales de Baviera de octubre de 2023, la CSU mantuvo su posición dominante, aunque con una ligera pérdida de votos. La AfD, por su parte, logró avances significativos, convirtiéndose en la segunda fuerza en la región .


La AfD representa el caso más extremo. Plantea un modelo de pertenencia étnica y racial que socava las bases del sistema liberal. En el otro extremo, el SNP en Escocia promueve un nacionalismo inclusivo, que abraza la diversidad como parte de su identidad.


Los nacionalismos periféricos de España son más ambiguos:


  • PNV y ERC suelen ser más abiertos y democráticos.
  • Bildu y Junts muestran rigidez simbólica y social, con menor disposición al pacto y mayor polarización, especialmente tras eventos como el 1-O en Cataluña.


Flandes y Baviera, por su parte, operan en clave legalista, sin romper la convivencia democrática ni caer en discursos excluyentes.


  • AfD utiliza mitos de decadencia y una supuesta pureza cultural como motor ideológico.
  • Los nacionalismos periféricos europeos (vasco, catalán, escocés) recurren a su historia institucional para reforzar su legitimidad, pero —salvo excepciones como Junts— no promueven una identidad superior ni excluyente.


El nacionalismo völkisch alemán representa la posición más radical. Frente a él, los nacionalismos periféricos europeos son más complejos. Aunque contienen tensiones internas y discursos a veces polarizantes, en general operan, por ahora, dentro del marco legal y pluralista.


El caso catalán —ERC frente a Junts— y el vasco —PNV frente a Bildu— demuestran que, bajo una misma bandera, pueden coexistir estrategias profundamente distintas: unas que integran y unen, otras que dividen y separan.

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