La aportación de la mano de obra extranjera en España
España cuenta actualmente con 6,3 millones de extranjeros, lo que representa aproximadamente el 13% de la población total. Lejos de ser un grupo homogéneo, esta población diversa tiene una presencia muy significativa en el mercado laboral español. De hecho, los trabajadores extranjeros afiliados a la Seguridad Social superan los 3 millones, una cifra histórica que demuestra su peso en la economía del país.
Los datos del INE y de la Seguridad Social permiten identificar con precisión qué nacionalidades más aportan y en qué sectores. Encabezan la lista Marruecos, Rumanía, Colombia, Venezuela, China e Italia, seguidos por Ecuador y varios países africanos como Senegal o Malí.
Estos colectivos están especialmente concentrados en cuatro sectores:
- Agricultura: Aquí, el peso de la inmigración es incuestionable. Marruecos y Senegal destacan por el volumen de trabajadores en el campo. Solo Marruecos aporta cerca de 80.000 personas, mientras que Senegal, con menos visibilidad mediática, supera los 18.000 trabajadores.
- Industria y construcción: Rumanía, Marruecos e Italia son esenciales. Muchos oficios cualificados y no cualificados del sector dependen de esta mano de obra.
- Servicios: Colombia, Venezuela y China lideran claramente. Desde hostelería hasta cuidados personales, su contribución es vital.
- Autónomos: Más de 480.000 extranjeros trabajan por cuenta propia, según la Seguridad Social.
La realidad es que sin inmigración, sectores enteros como la agricultura intensiva, la restauración o la construcción sufrirían colapsos de personal. Además, son cotizantes netos: trabajan, consumen, alquilan, emprenden y pagan impuestos.
Pero no todo es positivo. La concentración en empleos precarios o estacionales, la infrarrepresentación en puestos cualificados y el riesgo de explotación laboral siguen siendo retos. La política migratoria debe dejar de ser reactiva o electoralista y apostar por una verdadera integración socioeconómica.
Negar el valor de la mano de obra extranjera es ignorar lo evidente: España no funciona sin inmigración. Lo que se necesita es una gestión responsable, transparente y justa.
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