El doble rasero y su catadura moral y política
“La coherencia no se mide por el cargo, sino por mantener el mismo criterio cuando te conviene y cuando no.”
El doble rasero es un patrón estable en la vida pública: lo que se exige desde la oposición se relativiza al llegar al poder. Esto no solo es táctica: tiene catadura moral (coherencia personal) y catadura política (calidad institucional). A continuación, se analizan cuatro dimensiones —incoherencia, oportunismo, déficit ético y normalización del cinismo— y se ilustran con comparativas de líderes recientes.
1) Incoherencia
Decir una cosa en la oposición y sostener la contraria en el Gobierno mina la credibilidad y proyecta que las convicciones dependen del asiento.
2) Oportunismo político
La lógica del poder empuja a deslegitimar al adversario cuando se está fuera y a justificar cualquier decisión cuando se gobierna. Visto desde fuera, se percibe como puro oportunismo y erosiona la confianza en la palabra pública.
3) Déficit ético
La incoherencia repetida revela un déficit de principios: se critican prácticas en otros que luego se aceptan si benefician. Es una base frágil para el liderazgo.
4) Normalización del cinismo
La repetición del doble rasero instala la idea de que “todos hacen lo mismo”, alimentando abstención y descrédito institucional.
Comparativa de incoherencias en presidentes españoles
José María Aznar (PP)
- Oposición (años 90): denuncias del “reparto” político en CGPJ/TC y defensa de “despolitizar la justicia”.
- Gobierno (1996–2004): pactos de cuotas y bloqueos en renovaciones, práctica luego repetida por distintos gobiernos y oposiciones a lo largo de décadas.
Contexto: la dinámica de bloqueos/repactos del CGPJ ha sido bidireccional entre PP y PSOE (1996, 2001, 2008, y la parálisis más larga en la última década).
José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE)
- Oposición (2000–2004): “No a la guerra” (Irak) y discurso pacifista.
- Gobierno (2004–2011): retirada de Irak, pero mantenimiento/ampliación de despliegues en Afganistán (ISAF) y envío de tropas a Líbano (UNIFIL) con autorización del Congreso (hasta 1.100 militares en 2006).
Mariano Rajoy (PP)
- Oposición (2004–2011): promesa de no subir impuestos.
- Gobierno (2011–2018): al inicio, subidas relevantes (IRPF, IVA y especiales) por la crisis y el déficit; medidas plasmadas en normativa como el RDL 20/2012, con balance de aumentos netos en 2012 y años siguientes.
Pedro Sánchez (PSOE)
- Oposición (2017): defendió que un Gobierno sin Presupuestos debía someterse a cuestión de confianza.
- Gobierno (2025): asegura que presentará Presupuestos, pero que seguirá gobernando aunque se los tumben; enfatiza que las cuentas son un “instrumento”.
- Además: criticó el abuso del decreto-ley en la oposición y recurre a él como única manera de Gobierno.
Resumen práctico
| Patrón | Idea clave | Ejemplo |
|---|---|---|
| Incoherencia | Exigir fuera, relativizar dentro | Presupuestos/Confianza (Sánchez 2017 vs. 2025) |
| Oportunismo | Discurso según convenga | CGPJ: reproches y luego reparto/bloqueos (Aznar y otros) |
| Pragmatismo contradictorio | Ideales vs. despliegues | Zapatero: Afganistán y Líbano |
| Justificación económica | Crisis como razón de giro | Rajoy: IRPF/IVA (2012) |
Antídotos cívicos (mínimos)
- Estándares simétricos: exigir lo mismo a Gobierno y oposición, sin excusas coyunturales.
- Rendición de cuentas: hemeroteca y control parlamentario efectivos, con consecuencias políticas reales.
- Transparencia y datos: justificar giros con evidencias (impacto fiscal, seguridad, gobernabilidad), no con slogans.
- Reforma institucional: reglas anti-bloqueo (renovaciones automáticas, mayorías escalonadas) para reducir el incentivo al doble rasero.
- Autocrítica ciudadana: no premiar el “vale todo” en las urnas.
El doble rasero es rentable a corto plazo, pero a largo destruye confianza y vacía la democracia de contenido.
Reflexión final
La catadura moral de un dirigente se mide en la coherencia cuando el poder aprieta. La catadura política se mide en si sus decisiones fortalecen —o erosionan— las instituciones. En ambos frentes, el doble rasero sale caro: mantiene a algunos en el cargo, pero degrada la calidad democrática de todos.

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