TRUMP Y EL FENTANILO

 






No podemos resolver problemas con el mismo nivel de pensamiento que los creó.

Albert Einstein 


La lucha contra las drogas ha sido un tema central en el discurso político de Donald Trump, especialmente durante su etapa como presidente electo. En sus declaraciones, ha propuesto medidas contundentes para combatir tanto el tráfico de estupefacientes como a las organizaciones responsables de su producción y distribución.

Una de las propuestas más destacadas de Trump es la designación de cárteles de la droga, como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, como organizaciones terroristas extranjeras. Este enfoque permitiría a las fuerzas de seguridad estadounidenses utilizar herramientas más agresivas, como sanciones financieras, operativos encubiertos y, potencialmente, intervención militar, para desmantelar estas redes criminales.

No obstante, esta medida enfrenta serios desafíos legales y diplomáticos. Desde la perspectiva del Derecho Internacional, clasificar a los cárteles como terroristas podría abrir la puerta a intervenciones en territorio extranjero, un escenario que México rechaza rotundamente al considerarlo una violación de su soberanía. Además, tales acciones podrían aumentar las tensiones regionales y dificultar la cooperación bilateral.

Trump también planea movilizar recursos de diversas agencias, como Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, la Patrulla Fronteriza, la DEA y los principales Servicios de Inteligencia, para atacar las redes criminales que operan en Estados Unidos. Su estrategia incluye deportaciones masivas, sanciones financieras y operaciones conjuntas entre estas agencias.

Entre los problemas destacados por Trump, el fentanilo ocupa un lugar clave en la crisis de drogas en Estados Unidos. Según su planteamiento, planea implementar controles más estrictos para frenar su ingreso por la frontera sur, recurriendo a tecnología avanzada, personal adicional y sanciones contra las organizaciones involucradas en su tráfico.

El fentanilo, debido a su alta potencia y facilidad de producción en laboratorios clandestinos, representa un desafío único. Aunque las medidas de seguridad fronteriza son esenciales, no resolverán el problema en su totalidad. Superar esta crisis requiere reducir la demanda, mejorar el acceso a tratamientos contra la adicción y fortalecer la cooperación internacional.

En un discurso reciente en Phoenix, Trump reveló haber amenazado a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum con imponer aranceles del 25 % a México si no se intensifican los esfuerzos para combatir el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo. Este opioide sintético ha provocado decenas de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos, convirtiéndose en una prioridad de salud pública.

Sin embargo, esta estrategia de presión económica tiene serias implicaciones diplomáticas y comerciales. México ha señalado que la crisis del fentanilo no es exclusiva de su territorio, destacando la alta demanda en Estados Unidos como un factor determinante. Además, amenazas como los aranceles podrían desestabilizar la relación comercial bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
El enfoque de Trump enfatiza políticas de mano dura, un distintivo de sus propuestas. Aunque estas medidas pueden mostrar resultados inmediatos, como el aumento en las incautaciones de drogas, también generan preocupaciones sobre posibles violaciones a los derechos humanos, especialmente en comunidades inmigrantes. Asimismo, depender de estrategias coercitivas podría ignorar las causas fundamentales del problema, como la demanda interna de drogas en Estados Unidos.

Sectores conservadores del Partido Republicano, respaldados por Trump, han sugerido llevar a cabo ataques selectivos contra líderes de cárteles, similares a las operaciones contra grupos como el Estado Islámico (ISIS). Aunque Trump no ha ofrecido detalles concretos sobre esta propuesta, su discurso ha dejado entrever apoyo a acciones unilaterales más agresivas.

La estrategia propuesta por Trump para combatir las drogas combina medidas de seguridad, presión económica y narrativas populistas, alineándose con su estilo de liderazgo basado en la mano dura. Aunque estas propuestas pueden generar resultados a corto plazo, su éxito dependerá de la capacidad de equilibrar enfoques coercitivos con soluciones integrales que aborden las raíces del problema. En última instancia, la lucha contra las drogas, como siempre y en todos los lugares del mundo,  requerirá un esfuerzo coordinado y multifacético, que combine prevención, tratamiento, control fronterizo y cooperación internacional.

 

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