En política, se cumple siempre la ley de Murphy: si algo puede corromperse, se corromperá.
Sigo viendo y escuchando las mismas noticias de siempre. Llevan treinta años ahí, desde el caso Naseiro. La misma historia: un político niega su implicación en un escándalo de corrupción, mientras las pruebas se acumulan como moscas en verano.
No sé qué me molesta más: si la indiferencia con la que lo dicen, o que ya no me sorprende. “Yo no tengo nada que ver con esto”, escucho a Ábalos o a Koldo García. Es el mismo guion: negar todo, atacar a quien acusa, esperar que la gente se olvide.
Lo vi antes. Una vez detuvimos a un ladrón de pisos. Tenía ganzúas bajo la alfombrilla del coche. Su respuesta: “Eso no es mío”. Esa misma actitud la veo en muchos políticos: negar lo evidente sin inmutarse.
No es casual. Es una estrategia. Repite la mentira con convicción y habrá quien dude. Como un niño con migas en la boca que dice que no se comió la galleta.
Goebbels lo sabía: repite una mentira suficiente veces y se convierte en verdad. Y mientras más tiempo pasa, más fácil es que todo se diluya. La gente se cansa. Cambia el titular. Llega otro escándalo. Ellos lo saben.
A veces, incluso con pruebas —audios, fotos, documentos— siguen negando. Y lo más preocupante es que muchos los aplauden. ¿Qué hace que alguien defienda lo indefendible?
Quizás el problema somos nosotros. Los que dejamos que nos mientan. Que les creemos. Que los dejamos volver. Nos han acostumbrado. Normalizado. Negar todo es una táctica que a veces funciona. Nixon negó hasta que no pudo más. Pero otros sobreviven escondiéndose tras tecnicismos o la lentitud judicial.
Y mientras tanto, las instituciones se desgastan. La desconfianza crece. La corrupción se vuelve parte del paisaje.
Hoy son Ábalos, Koldo, Begoña Gómez. Mañana será otro. La historia se repite. Solo cambiarán los nombres.
Necesitamos otra cosa: medios libres, justicia real, memoria social. Porque si seguimos tragando sus mentiras, nunca habrá consecuencias. Nunca.
La taza de café estaba vacía. Las noticias seguían. Otro caso. Otro político. Otra negación.
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