¿Psicopatía o fascinación política? Una reflexión sobre Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es un personaje que provoca opiniones extremas. Arturo Pérez-Reverte lo definió como “fascinante” y “amoral”, comparándolo con un jugador de ajedrez con instinto asesino: valiente, tenaz y sin escrúpulos. También afirmó que no tiene enemigos.
Desde otro frente, el magistrado Manuel Ruiz de Lara fue más allá. En redes sociales llamó a Sánchez “psicópata sin límites éticos” y “mentiroso patológico”. Estas declaraciones le han costado expedientes disciplinarios. Aun así, opiniones parecidas sobre esta forma de actuar las he oído en boca de personas sin toga ni tribuna.
¿Qué es un psicópata, según la IA?
Consultando a una inteligencia artificial, la definición es clara. Un psicópata es alguien con una profunda falta de empatía, sin remordimientos ni sentido de culpa. Manipula, miente y seduce para lograr sus objetivos. Tiene un encanto superficial, frialdad emocional y un ego desbordado. No siente ansiedad ni miedo ante el riesgo, lo que facilita comportamientos impulsivos. Busca el poder, el control, y rara vez establece vínculos emocionales genuinos. A los demás los trata como instrumentos para sus propios fines.
Una visión desde la judicatura
En el diario El País se menciona que Ruiz de Lara retuiteó un editorial de El Debate titulado: “Atacar a la justicia es golpismo, presidente”. Lo acompañó con este mensaje:
“Atacar a los jueces es golpismo. Es una acusación antisistema, definitoria de un autócrata que convierte los contrapoderes propios de una democracia en un objetivo a derribar porque impiden su impunidad. Un ataque a la esencia de la democracia.”
Es la opinión de un juez. Pero la pregunta es inevitable: ¿refleja esto una exageración ideológica o una lectura cruda de la realidad?
El entorno no ayuda
A todo esto se suman las sombras que rodean a Sánchez: los casos que afectan a su entorno político —los exsecretarios de Organización del PSOE, Ábalos y Cerdán—, las investigaciones que tocan a su esposa Begoña y a su hermano, los rumores de financiación ilegal, y su respuesta pública ante todo esto: una calma absoluta, casi imperturbable.



